TURISMO: Cultura, Negocio…o epidemia del siglo XXI?
Dicen que el mes de Agosto es el mes vacacional por excelencia, y consecuentemente el mes del año en el que más desplazamientos se producen.. entre vacaciones y turismo… o las dos cosas a la vez.
Quizá por eso en estos días , en los que el mes se acaba, y en los que Bilbao está a rebosar, con Aste Nagusia o sin ella, estoy realmente sorprendido por la materialización en diversos medios de comunicación, de orientación editorial bien distinta, de artículos de opinión y de redacción en los que se cuestionan seriamente las ventajas del turismo y lo presentan como algo así como la pandemia de nuestro siglo.
Son mensajes excesivamente generalistas y poco matizados, que, digamos tiran por elevación, y ponen el foco en «males» que si bien tienen que ver con el turismo, no se pueden leer con un discurso uniforme. el que ciudades como Barcelona, se hayan equivocado en su estrategia de desarrollo turístico , no quiere decir que todas las ciudades del Estado español funcionen igual
Y no se puede criticar de forma generalizada fórmulas de viaje o turismo como las autocaravanas… lo dice uno de los artículos con una evidente animadversión hacia el formato.
Hay un refrán que dice que cada maestrillo tiene su librillo… y esto también vale para las estrategias de negocio turístico como los planes de marketing de las ciudades… en ningún caso se puede mentir , las mentiras a medio plazo se volverán en contra.
Como defiende Nacho Padilla, director creativo de Madrid con Manuela Carmena, » La identidad de las Ciudades está en las mismas ciudades» «la marca no debe de ser un relato de lo que queremos ser, sino de lo que somos».
Es más fácil defender y poner en valor la idiosincrasia o personalidad real de cada ciudad, que inventarse una nueva, y falsa, en la que alguien nos va a superar sin duda.
Todas las ciudades… todas, tienen características y valores que mostrar y que demostrar, a sus propios habitantes, o a las personas que la visiten, ya sean estas del ámbito monumental, paisajístico o arquitectónico, actividades culturales, su gastronomía, e incluso una oferta comercial diferenciada.
No es cierto que los centros históricos de nuestras ciudades deban de anclarse en el pasado, siendo refugio de comercio, bares y oficios «tradicionales», en su sentido de antiguos y caducos… Es más los centros históricos debieran de andar al ritmo de los tiempos y ser la punta de lanza de la innovación y de la creatividad… conservando sus señas de identidad más importantes. Además… conservarlo, pongamos por caso, en el siglo XVIII, que es cuando se término de construir, si que sería transformarlo en un museo o en un parque temático… que es de lo que se acusa al turismo de masas de «vulgarizar» los entornos históricos.
No podemos medir por el mismo rasero a turistas low cost, o a «veraneantes» que repiten miméticamente las mismas vacaciones, estancias y actividades cada verano, o esos «viajeros» que se mueven por motivos culturales, de ampliar conocimiento, incluso gastronómicos, que en muchas ocasiones se mimetizan con la población autóctona… tienen el «discreto encanto de las minorías».
Surgen palabras como turistificación y gentrificación que cada uno, ya sea persona, colectivo o incluso administración define e interpreta como mejor le parece o le viene bien a sus intereses.
Conceptos puramente económicos, trascienden al ámbito político, y se debate, casi siempre de forma esteril sobre las secuelas o la homogeneización que produce la turistificación, sin saber, o llegar a un mínimo acuerdo sobre si ese problema existe o no , o peor aún sino es una estratagema política, en contra de las «administraciones» responsables de la gestión de las ciudades.
Pero pongamos algún ejemplo, incluso me atrevo a comparar… no es igual, si hablamos de Centros históricos, el de Bilbao, mi Casco Viejo, donde una pujante Asociación de Comerciantes convenció al Ayuntamiento y a la Delegación de Cultura del Ministerio, que merecía la pena proteger el centro histórico de la Villa, defendiéndolo de la especulación, mediante la Declaración de Conjunto Histórico artístico, y potenciando el uso residencial y turístico, ya en los años 70 del pasado siglo, que intentar recuperar y revitalizar Cascos Viejos que han estado absolutamente abandonados durante décadas en favor de una mal entendida modernidad… no voy a poner ejemplos, la lista sería interminable.
En resumen, el turismo es una actividad buena en si misma, nos permite conocer otros paises, o regiones, otras culturas, contactar con otras gentes. Pero como cada actividad tiende a vulgarizarse y a imitar prácticas de otros lugares, en lugar de conservar las características e idiosincrasia de cada pueblo, territorio o ciudad, donde los Casco Históricos deben de brillar con luz propia, y no verse abocados a refugio de infraviviendas, a alojamientos turísticos low cost… y a una oferta comercial y de servicios vinculada a ese turismo que se mueve por impulsos mediáticos interesados
LLamemos turismo al hecho cultural y de asueto que nos lleva a conocer otras culturas y otras gentes… y no a ese movimiento de masas que repiten mimeticamente aquellas recomendaciones de los mayoristas del turismo, sin mirar alrededor aquellos reflejos de la personalidad de la ciudad donde se hallan y de los y las ciudadan@s que las habitan, o a esas personas para los que las vacaciones consisten en repetir de forma continuada los estilos de vida que practican cada fin de semana, como si juntaran uno detrás de otro 30 sábados y domingos.
Pero quiero terminar esta entrada hablando de los Centros Históricos, que evidentemente están de moda, dentro del turismo urbano, y esta moda es la que les coloca en riesgo de «vulgarizarse» y perder poco a poco la personalidad que los define y que son la esencia de las ciudades. Esto ha pasado en ciudades como Praga, de la que había oído hablar maravillas de su urbanismo, de sus edificios, palacios, etc., y quedé horrorizado cuando pude comprobar la nula personalidad de sus comercios y restaurantes, formados casi en exclusiva por cadenas y franquicias… nada tengo en su contra en su justa medida… me costó encontrar alguna tienda de sabor local, un par de pequeños bares y una tienda de marionetas… por supuesto alejados del centro neurálgico y turístico.
Y este es el riesgo que corren hoy día muchos de nuestros Centros Históricos, protegidos en cuanto a sus edificios y trazado urbano, pero huérfanos de planes de oferta, cultural, gastronómica y comercial… dejados al albur del libre mercado, con lo que se van llenando de restaurantes de comida rápida, tiendas de recuerdos, heladerías o tiendas de uñas semipermanentes por poner ejemplos que se ven muy cerca de nosotros, donde van desapareciendo establecimientos históricos que funcionaban perfectamente, por falta de sucesión o por especulación de los propietarios de los locales. Empieza a urgir, y no solo en Bilbao o en el País Vasco, un análisis global del futuro de nuestros Centros Históricos para poder dotarles del futuro que necesitan, que necesitamos para no perder la historia. Es un trabajo que necesita de muchos agentes: Instituciones, empresarios, vecinos, Entidades Financieras y Sociales. No dejemos perder esta oportunidad, ahora que comienzan las legislaturas. Después puede ser demasiado tarde, quizá ya lo sea en algunos casos.
J.P.M.A.B.
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